martes, 7 de abril de 2009


30 AÑOS DE AYUNTAMIENTOS DEMOCRÁTICOS: LA TRANSICIÓN OLVIDADA

El 3 de abril de 1979 se celebraron las primeras Elecciones Municipales en democracia, después de que, por lustros, la dictadura también tuviera secuestrado el poder local. A veces se ha indicado que la Transición pudo haber comenzado por lo municipal, restaurando las prácticas democráticas desde las instituciones más inmediatas al pueblo. No hubiera sido fácil, por muchas razones, pero, entre otras, porque en la memoria de los que más se resistían a la democracia estaba un 12 de abril de 1931: la victoria republicana contra el caciquismo precipitó el cambio de régimen. Posiblemente hubiera sido más lógico y practicable que unas mismas Elecciones hubieran elegido las Cortes constituyentes y los Ayuntamientos: España se habría evitado algunas convulsiones. Y, seguro, el resultado de la Transición sería matizadamente distinto, algo mejor.
En todo caso, las Elecciones Municipales y la inmediata toma de posesión de las nuevas corporaciones fue una corriente de aire fresco que vivificó una España consciente de sus cambios, pero apesadumbrada por el famoso “desencanto”. Nada consolidó más la democracia, precisamente, que esta red de política próxima, flexible, incapaz de escapar a los requerimientos más cercanos, necesitada de abrir nuevos procedimientos participativos y de detener legados siniestros del desarrollismo y de la corrupción franquista. Era una política que andaba por la calle, que no podía refugiarse ni en grandes palacios ni en discursos incomprensibles. No deja de ser paradójico, por ello, que los españoles, tan dados a rememorar en cada ocasión posible nuestra recuperación democrática, estemos pasando de puntillas por este aniversario. Quizá no sea casualidad, quizá los recuerdos de la toma del poder municipal sean inquietantes para los que se han acostumbrado a devaluar aquella experiencia sin poder sublimarla, como suele hacerse con las grandes palabras de la Constitución o de los discursos de magnos líderes.
Aquellas Elecciones las ganaron, con gran diferencia, las izquierdas. El pacto PSOE-PCE fue la consecuencia de ello. Este hecho significó que en un Estado vacilante ante la nueva realidad y con la mayoría de Comunidades Autónomas por estrenar, los Ayuntamientos de izquierda fueron las instituciones encargadas de instaurar el Estado social, las prácticas de bienestar igualitario que hoy son el cimiento mismo de nuestra convivencia. Los Ayuntamientos, así, fueron maestros de solidaridad, talleres de integración, laboratorios de ideas y escuelas de cuadros que acabaron, en muchos casos, por ser líderes esenciales de la política española. Posiblemente no es descabellado decir que nunca en España se realizaron, tan coherente y perseverantemente, políticas de izquierdas, pese a todos los errores que se cometieron. Pero la dinámica política ha sido cicatera con los Ayuntamientos. Quizá, insistimos, porque actuar de otra manera alentaría recuerdos que no se consideran pertinentes. Sea como sea las corporaciones locales se han convertido en las hermanas pobres de los discursos partidarios y, muy especialmente, de la financiación, cercenando así su capacidad de autonomía que les reconoce la misma Constitución.
Es de justicia, pues, rememorar aquellas Elecciones y a las personas que estuvieron al frente del cambio. Pero si lo es siempre, mucho más ahora, cuando ya somos conscientes de la gravedad de la crisis económica. En cierto modo volvemos a estar donde estábamos hace treinta años: absolutamente necesitados de administraciones próximas y abiertas, obsesionadas por dar respuestas a exigencias inmediatas, para evitar la fragmentación y la exclusión social, para remendar los desastres de un urbanismo egoísta, para traer esperanza, con políticas transparentes, a miles de desencantados. ¿Estarán los políticos, incluidos los alicantinos, a la altura de las circunstancias? Que no se nos obligue a opinar, que hoy es día de celebración… Permítasenos a algunos presumir de un moderado escepticismo que no quiebra la voluntad de seguir tejiendo iniciativas y propuestas. Y que a la preguntan respondan los que no tengan demasiado interés en recordar la efeméride.
Más allá de la crisis, incluso, la globalización, que expande las causas de los problemas, pero encoge los horizontes de sus efectos, vuelve a poner en primer término la necesidad de reflexión sobre la relación entre política y ciudad. Como ha recordado Bauman, uno de los principales analistas actuales, es esencial entender “la estrecha influencia recíproca que hay entre la presión mundializadora y el modo en que se negocia, se forma y se reforma la personalidad propia de cada lugar”, siendo un grave error “situar los aspectos global y local de la vida y la política contemporánea en dos órbitas distintas en las que solo se comunican alguna que otra vez y de modo superficial”. En el escenario global “la política tiende a ser cada vez más, y de forma más apasionada y consciente, local. Expulsada del ciberespacio, o con el acceso vedado, la política vuelve de rebote a los asuntos que están a su alcance, a cuestiones locales, a las relaciones vecinales. La mayoría de nosotros, casi todo el tiempo, pensamos que dichos asuntos son los únicos en los que podemos intervenir: influir en ellos, repararlos, mejorarlos, cambiar su dirección”, pues aunque esos asuntos tengan “raíces lejanas y recónditas” no entrarán “en el campo del interés político si no es a través de las repercusiones que generan en el ámbito puramente local”.
Por todo ello la conmemoración no puede ser epidérmica, sino que debería exigir de los partidos y las instituciones compromisos reales, un cambio de actitudes firme, un nuevo curso para el renacimiento de actitudes cívicas. Y un amor por la ciudad que está en peligro de entrar en las reliquias de la historia, maltratado por el negocio fácil y la resignación de la mayoría. Por eso, estas palabras no son sólo de exigencia para los poderes, sino una apelación a toda la ciudadanía.

Firman, por la PLATAFORMA DE INICIATIVAS CIUDADANAS: Emilio la Parra, Manuel Alcaraz, María José Lassaletta, Carlos Mateo, Jorge Olcina, Ernest Blasco, Josep Antoni Ybarra, Francisco Candela, Mar Esquembre, Fernando Vera, Ramiro Muñoz, Salvador Salort, Olga Fuentes, José María Asencio, Rosana Arques, Rafael Bonet, Mari Ángeles Casado, Isidoro Manteca, Juan Ángel Conca, Pere Miquel Campos, Araceli Pericás, Mario Serra

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